El grupo valenciano La Fúmiga organizó a todo correr un concierto solidario para reconstruir las escuelas de música afectadas por la dana, porque la solidaridad, si no se traduce en algo, se despeña por el desfiladero de las buenas intenciones. No es lo mismo el propósito de ayudar a Valencia —que es noble, pero muy amplio— que pensar en la falta que hacen los fontaneros o en la vuelta de los niños a sus colegios o en la rehabilitación de los comercios que resultaron devastados. O pensar, por ejemplo, en las escuelas de música, que forman parte de la identidad de los pueblos de Valencia. La solidaridad necesita acciones concretas.