Desde siempre, la actividad normal de los poderes económicos ha consistido en influir sobre el poder político institucional con el fin de potenciar sus intereses. Para ello se han valido de lo clásicos lobbies, bien estructurados y capaces de servir a sus clientes, aunque a los más poderosos les bastaba tener una relación directa y personal con los decisores políticos. La era Reagan, por concentrarnos en Estados Unidos, resignificó todo ese conjunto de relaciones al implantar la ideología neoliberal, que cambio todas las reglas de juego al derruir los controles estatales y convertir las leyes del mercado en el nuevo mantra.