
Tuvo tiempo de recapacitar sobre lo que se había propuesto hacer, de dar marcha atrás, de ser consciente de la brutalidad de lo que había planeado. Dieciséis minutos pueden parecer pocos, pero cuando se trata de los instantes previos a arrebatar a alguien la vida a cuchilladas, son una eternidad. Esos 16 minutos son los que trascurrieron desde que Gonzalo R., un conductor de ambulancias, llegó con su coche al hospital de Alcalá de Henares el 6 de marzo de 2021, hasta que dio con el objetivo al que buscaba. Era Sergio L. un enfermero que, en el pasado, había mantenido una relación sentimental con su pareja. Y cuando lo hizo, la víctima no tuvo escapatoria. “Le corté el cuello, pero no soy un asesino, no soy mala persona”, dijo Gonzalo delante del juez tres años después de su crimen.