
Hace 3.500 años, antes incluso de que Alonso Quijano vagara por la Mancha creyendo que eran gigantes, las aspas de los molinos comenzaron a girar. En Boyacá, Colombia, hoy conocida como Villa de Leyva, se conserva uno de estos ingenios primitivos que, merced a la fuerza hidráulica, producía energía para aquella civilización. Lo esencial del hecho se daba allí: el ingenio humano para producir una tecnología que no violentaba la naturaleza, sino que se acompasaba con ella para mejorar la calidad de vida de nuestra especie sin que el coste de dicha mejora pusiera en peligro la vida misma en este planeta.
El cóctel que sanea el planeta
Energías Renovables: se responsabilizan ya de la generación del 30% del suministro global, según datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA).
Vehículos eléctricos: ya circulan más de 40 millones por todo el planeta. En España ya circulan más de 330.000.
Hidrógenos verde, gris, dorado, turquesa, rosa y azul: fuentes de energía alternativa en claro crecimiento. En 2030 se espera que su producción alcance los 38 millones de toneladas anuales.
Reactores nucleares avanzados: centrales nucleares de pequeño tamaño con un impacto ecológico y riesgo radicalmente inferior a las tradicionales. De acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía Atómica, existen 80 proyectos en desarrollo en todo el mundo.
Captura de carbono: una de las tecnologías más incipientes y prometedoras. En el caso de la industria, se trata de soluciones capaces de capturar el carbono y reutilizarlo en otro proceso de producción. Existen unas 45 instalaciones de este tipo en todo el mundo, pero de capacidad limitada.
Baterías de Estado Sólido o Sales Fundidas: alternativas a la actual dependencia del litio, de las que se espera una mayor capacidad de almacenamiento, menos coste de producción y también una habilidad para operar a altas temperaturas sin degradarse.