
Lo recuerda con especial cariño. Después de jugar un mundial de Brasil más que notable, James Rodríguez, la rutilante nueva estrella de la selección colombiana, se presenta en el verano de 2014 ante su nueva afición. No lo hace de cualquier manera. Para la ocasión, el Santiago Bernabéu abre sus puertas y viste sus mejores galas. El público responde: cerca de 50.000 aficionados, la gran mayoría colombianos, reciben vestidos con la camiseta tricolor de la selección a su nuevo ídolo, un joven nacido en Cúcuta, en el noreste del país que, con zurda exquisita, los hace sentir un poco más cerca de casa.