En el remoto pueblo de Churchill, en Canadá, los osos polares son una atracción turística tan popular que la ciudad cuenta con un programa de policía para mediar las interacciones entre los animales y los visitantes. Tan solo en 2017 “la capital mundial de los osos polares” recibió 40 millones de dólares en ganancias de la industria turística, la más importante en la comunidad de tan solo 870 habitantes.