El Cártel de Sinaloa ha aterrorizado una noche más Culiacán, como casi todas desde hace casi tres meses. La ciudad enfrenta una nueva semana negra: el lunes amaneció con la noticia de siete homicidios y dos desapariciones a lo largo de la capital sinaloense; el martes, cinco cuerpos fueron abandonados maniatados, descalzos, con agujeros de bala, frente a la Universidad de Sinaloa (UAS), y otras tres personas fueron asesinadas; entre el miércoles y el jueves, la violencia se contagió también a Mazatlán y Badiraguato, cuna simbólica de la organización criminal: nueve cadáveres más entre los tres municipios pasaron a engrosar la larga lista de víctimas de la última —la enésima— guerra del narco.