Hasta hace unas décadas, el bienestar físico, las causas de las enfermedades o el origen del deseo no se podían diseccionar con las herramientas de la ciencia y se explicaban con las historias que sirven para hacer soportable la vida. Después, llegaron el colesterol alto, las PCRs positivas o la vitamina D baja y apareció la posibilidad de controlar los parámetros de la existencia y buscar la felicidad en los datos.